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“Si alguien dice que hay que olvidar es mala persona”

Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo

Miércoles 8 de abril de 2015

El Espectador
Por: Carlos Hernández Osorio - Alexánder Marín Correa
Paz 7 Abr 2015 - 10:13 pm

Desayuno en un salón del hotel Tequendama, en el centro de Bogotá, 8:00 de la mañana del martes 7 de abril de 2015. Estela de Carlotto, cuya hija, Laura Carlotto, fue desaparecida por la dictadura argentina en 1977, llegó hasta allí para reunirse con las Madres de Soacha, grupo de mujeres cuyos hijos fueron asesinados por el Ejército de Colombia y presentados como guerrilleros muertos en Combate. Entre ellas estaba Luz Marina Bernal, mamá de Faír Leonardo Porras, a quien mataron en 2008. Ayer las unió, claro, su tragedia, pero también el ánimo de mantener una lucha larga por la verdad, por la justicia, por el reconocimiento. “Fue una reunión muy dura”, declaró Estela más tarde. Un encuentro que ambas replicarán hoy, en público, en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.

Estela, de 84 años, es la voz de la experiencia. Preside la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, que se dedica a defender los derechos humanos y, particularmente, a identificar a los niños que fueron secuestrados y desaparecidos durante la dictadura que vivió Argentina entre 1976 y 1983, la del ya muerto general Jorge Rafael Videla. “Hubo un plan sistemático de robo de bebés”, recuerda. La esperanza, sin embargo, se suma a los horrores que suele contar, y saca una sonrisa al relatar cómo en agosto del año pasado una prueba de ADN permitió identificar a su nieto, que su hija Laura parió en 1978. “Nos estamos conociendo”.

Las Madres de Soacha quisieron, simplemente, escucharla y tomarse algunas fotos a su lado. ¿Qué pueden aprender de ella? El Espectador escuchó por separado las conclusiones de Estela y Luz Marina después del encuentro. Lo primero que destaca la líder argentina es que no vino a dar recetas sobre cómo actuar: “Cada país que ha sufrido la desaparición forzada de personas tiene su propia dinámica, sus propios tiempos, su propia gente y su propia respuesta”.

Su consejo para ellas es que sigan caminando, que no decaigan y que sumen voluntades. Especialmente, que tengan visibilidad, que se sepa que existen y que se siga sumando gente que, afectada o no, tenga el deseo de que en su país estas cosas no pasen al olvido. “Si alguien dice que hay que olvidar es mala persona. Ninguna persona buena puede aconsejar el olvido de semejante dolor en este o en cualquier país. Donde hay olvido la historia se repite”.

Las primeras palabras de Luz Marina son de admiración: “Su lucha, por más de 30 años, es una inspiración. Al escucharla encontramos muchas cosas en común. Nos desaparecieron a nuestros hijos, los torturaron, los asesinaron, y aunque algunas pudimos encontrarlos, seguimos nuestra incansable lucha para apoyar a las mujeres, esposas, madres, hijas, hermanas que han soportado el mismo dolor. Ella es una mujer que se enfrentó al Estado y a la cúpula militar para encontrar verdad y justicia. Nosotras también tuvimos que enfrentar a un Estado, a una cúpula militar indolente e indiferente, que no permite que se señale a sus militares de ser generadores de violaciones a los derechos humanos; y a la impunidad, porque la justicia acá es dilatoria e inoperante”.

La comparación de Estela, en lo que a justicia se refiere, es muy elocuente: “En Argentina tenemos una década ganada. Tenemos justicia plena. Se está juzgando y condenando a más de 600 de estos depredadores, desde la mayor jerarquía, a cárcel común y condenas a cadena perpetua. Para estos personajes hay ahora tribunales comunes con los procedimientos comunes que se le aplican a quien roba una gallina, con el derecho a un juicio. En esto no hay ni odio ni revancha ni rencor. Hay justicia. El que es un delincuente debe pagar como le corresponda. Algunos han sido absueltos porque no ha habido evidencia. Pues bueno, la justicia es eso”.

¿Y sobre el perdón? Estela es enfática: “Lo tienen que pedir los hacedores de tanto daño. El perdón no es colectivo, es individual. Lo de reconciliarnos tampoco lo aceptamos en Argentina. ¿Con quién voy a reconciliarme si yo no hice nada?”. Luz Marina la acompaña: “Es algo en lo que coincidimos, porque es muy difícil perdonar el daño tan grande. Hablar de perdón, ¿por qué? Como madre, esos temas del perdón y la reconciliación no los toco porque las madres no parimos hijos ni para una guerra ni para venderlos a nadie. Por mi hijo pagaron $200.000 y es indignante que hagan eso con un chico de educación especial para que una cúpula militar muestre resultados. No sé cuándo esté preparada para el perdón y la reconciliación. Tardará mucho tiempo, porque cada día recuerdo más a mi hijo, hay mucho más dolor que al comienzo porque sé que pasan los días y no entiendo realmente qué pasó”.

Estela también les pide ser prudentes: “Les dije: perseveren en paz, caminando respetuosamente porque el dolor no da derecho a injuriar injustamente a nadie. Hay que saber bien lo que se dice, por dónde se camina, a dónde hay que apuntar. Les dejo eso. El consejo de una abuela”.

Luz Marina, esperanzada, concluye: “Me transmitió sabiduría y que es una mujer de armas tomar. Conocer la historia de una docente que se llenó de valor para enfrentar a un Estado asesino, a pesar de que sabía que era algo difícil, es un ejemplo que se convierte en un emblema. Su mensaje fue tener mucha fortaleza, mucho valor para seguir adelante y no desistir en la batalla que libramos, porque lo único que nos queda es pelear por el buen nombre de nuestros hijos y, sobre todo, para mantener viva su memoria. Creo que el intercambio con ella ha sido fundamental para nosotros, porque nos enriquece y vemos que no es sólo en Colombia donde se han violado los derechos humanos, sino también en otros países, y que los estados son indolentes, indiferentes a la problemática. Es un ejemplo de mujer y sabemos que contamos con su apoyo en la Comisión Internacional de Desaparición Forzada. Creo que con ellos podremos hacer grandes cosas para encontrar a los desaparecidos de Colombia. Quizás creando el banco nacional de ADN, con el que en Argentina han podido recuperar a sus nietos, en nuestro país también podamos hacer algo similar para encontrar a nuestros esposos, hijos, hermanos. Ella dejó abierta la posibilidad de un apoyo incondicional a las víctimas de desaparición forzada, ya que con su firma podría apoyarnos mucho, con su orientación del trabajo que han hecho por más de 30 años”.

Ambas dialogarán hoy de nuevo en el Jorge Eliécer Gaitán, como parte de la programación de la Cumbre Mundial de Arte, Cultura y Paz que se lleva a cabo en Bogotá hasta el final de esta semana.


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