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Desaparecidos: La angustia de la eterna espera Magdalena Pérez Sánchez
Cristina Paredes Lachino, miembro de la organización “Hasta encontrarlos”, informó que Michoacán enfrenta un alarmante incremento en el número de personas desaparecidas, jóvenes de entre quince y 33 años de edad. Los jóvenes tienen oficios de empleados, obreros, estudiantes y profesionistas, y son secuestrados por hombres armados y a bordo de camionetas, señala.
Lunes 23 de abril de 2012
Michoacán.
Desaparecidos: La angustia de la eterna espera.
Magdalena Pérez Sánchez
La Piedad, Michoacán.- Han sido cinco años a la espera de una llamada o de una visita para ya terminar con la angustia de la espera eterna.
Isabel Zárate, una mujer de 68 años de edad, originaria de la comunidad de Taquiscuareo, en La Piedad, Michoacán, sueña todos los días con la llegada de su hijo Juanito, el más chico de los cinco que tuvo y que partió a los Estados Unidos a trabajar con sus hermanos, pero que nunca llegó.
Carmelita Valerio entiende el dolor de Isabel, y lo siente más pesado aún porque ella también espera saber qué pasó con su esposo Carlos Hernández, desde hace tres años, situación por la que se hace cargo de sus dos hijos, a quienes tuvo que sacar adelante sola porque no supo más de su pareja que partió en busca de trabajo a los Estados Unidos.
Chema y Mateo tienen tres y seis años. Son los hijos de Carmelita, quienes viven en una humilde casa en la comunidad de El Fuerte, y saben que tienen un padre que un día volverá.
“En la escuela dicen que no tengo papá, pero mi mamá ya me dijo que nomas está perdido y un día va a venir”, dice Chema, quien asegura que sí recuerda un poco a su papá antes de que se fuera, su hermano Mateo ha crecido sin su padre y no lo conoce. Carmelita sufre por eso, no puede buscarlo si no es por teléfono o que alguna de las organizaciones a las que llamó lo encuentre y le avisen.
“No tengo dinero para irme a seguirle el rastro, la gente con la que se fue dijeron que en la frontera una parte del grupo se desbalagó y ya no supieron de ellos, no tengo ni quién me ayude para cuidarme a los niños, lo poco que he podido hacer es llamar a todas las policías, ellos me contactaron con gente del Instituto Nacional de Migración y ellos, con unas organizaciones que buscan gente, quedaron de hablarme pero la llamada nunca ha llegado, ojalá me dijeran que mínimo ya está muerto para no seguir esperando”, expresa desesperada Carmelita.
Una fuente de información importante para ellos es la nota roja, en la televisión y en los periódicos, porque cada que encuentran cuerpos esperan que alguien les llame para decirles que ya apareció su ser querido, que en el fondo es lo que más desean, encontrarlos, aunque sea muertos.
Estos son dos de varios casos de los que tuvieron conocimiento las autoridades locales y que dan cuenta en la Dirección de Atención al Migrante. Óscar Sevilla, titular de esta oficina, expresa que dichos casos han sumado muchos más en décadas atrás, pero que no se tenían registros, y no había instancias con acciones definidas a ubicar a los paisanos que se perdían en la travesía de llegar a Estados Unidos; sin embargo, asegura, hoy existe un factor más peligroso que los acecha, y es la delincuencia organizada.
“En casos como estos, a donde primero acuden es a la policía local, y después canalizan a los familiares con nosotros para ayudarlos a contactar autoridades fronterizas y otras instancias que les pueden ayudar, ya que la verdad, pocas veces estas familias tienen capacidad económica para poder ir y permanecer allá durante las búsquedas”, señala Óscar Sevilla.
El estigma de ser michoacano
Otras muchas familias michoacanas viven un calvario igual, aunque las circunstancias son distintas, sus familiares se han perdido, no hay ni rastros de ellos, pero no fue en Estados Unidos o enfrentando peligros en la frontera. Salieron a trabajar a otro estado y los “levantaron” o simplemente no se sabe qué pasó.
Margarita no entiende qué ocurrió con su esposo, vendedor de una empresa mueblera de Sahuayo, con sucursal en La Piedad, “le cambiaron la ruta y lo mandaron a vender a la zona de Los Altos, de Jalisco, él estaba contento porque dijo que le iría mejor. El primer día regresó animado porque dijo que encontró dos personas que a lo mejor le compraban, por eso regresó a Atotonilco el martes, pero a nuestra casa nunca más.
“Va un año ya y los jefes de mi esposo dicen que no se ha encontrado ni la camioneta llena de mercancía, en la que se fue junto con otros dos muchachos que le ayudaban a cargar y de los que también se desconoce su paradero.
“Mis hijos me preguntan por su papá y yo les digo que se perdió, no sé qué le pasó, pero ni modo de decirles que está muerto, a lo mejor un día regresa”, comenta la mujer de 40 años de edad.
Búsqueda, calvario y esperanza
En La Piedad, un caso muy sentido es la desaparición de Luis Arturo Jiménez, su caso quedó integrado dentro del expediente LIRDAC1319/2009 y establece que el 28 de agosto del 2009 el piedadense, de 30 años de edad, llegó a Torreón, pues tenía una cita con el propietario de Video Rockolas La Laguna, ubicada en el Bulevar Independencia número 2667, de la colonia Las Granjas, para ver asuntos del negocio.
“Sé que se entrevistó con esa persona, pero al parecer hubo un problema con uno de los equipos y se tuvo que quedar otro día allá. Esa noche me habló y me dijo que un primo suyo le prestó un carro y había decidido ir a comprar algo para cenar, pero ya no regresó”, relata Christian Maricruz Jiménez Ramos, empleada municipal y esposa de Luis Arturo.
“Así hemos estado. Sin saber nada. Por momentos hemos perdido la esperanza, porque cada vez que iniciamos la búsqueda en algún estado volvemos al mismo calvario de siempre con las autoridades, pareciera que los delincuentes somos nosotros”, señala Christian Jiménez, quien en noviembre pasado contendió como candidata suplente a la diputación local por el Distrito de La Piedad.
“Quería llegar al Congreso para cambiar todas esas leyes que obstaculizan todo. Es necesario un cambio en la manera en que nuestro estado y nuestro país están manejando las cosas en temas como la seguridad y la procuración de justicia, yo no quiero que mis dos hijitos crezcan en medio de todo esto”, comentó.
Según la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en los últimos cuatro años se han reportado las desapariciones de al menos 180 personas originarias de Michoacán, en otros estados de la República. Entre esas personas se encuentra Joel, quien tuvo que viajar a San Luis Potosí para reparar un equipo de refrigeración en agosto del 2011. La última noticia que sus padres tuvieron de él fue que había efectuado el trabajo con éxito y venía de regreso a su tierra. Llamó por celular poco antes de salir y luego, nada se volvió a saber.
La confirmación de la muerte, última esperanza
Los cuerpos de aquellas personas que han desaparecido en los últimos meses han sido buscados en fosas clandestinas encontradas en San Fernando, Tamaulipas, pero también en otras que se han localizado en estados como Jalisco y Guanajuato.
En julio del 2011, autoridades de Jalisco informaron sobre la captura de sujetos a quienes se les relacionó con el homicidio de José Luis Guerrero, ex director de Seguridad Pública de La Piedad, asesinado en las afueras de su domicilio dos meses después de haber asumido el mando de la Policía Municipal.
En esa ocasión, se efectuó la detención de tres sicarios vestidos con playeras falsas de la Procuraduría General de la República y fuertemente armados, que fueron detenidos por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) en el municipio de Atotonilco el Alto, quienes llevaron a las autoridades hasta un predio donde se desenterró una camioneta con personas ejecutadas dentro.
Posteriormente, en esa entidad se localizaron otras fosas clandestinas. Las familias de los desaparecidos acudieron ante las autoridades jaliscienses en espera de tener noticias de sus seres queridos, pero no encontraron nada y así ha sido el peregrinar en cada lugar donde se conoce del hallazgo de cuerpos sin identificar.
Niños, presa fácil
La Piedad es propensa al robo y extravío de menores, así lo reveló la regidora perredista Tatiana Ayala Aviña, quien propuso a principios de este año la creación de la Alerta Amber, para contrarrestar lo que ella señaló como una situación alarmante, al asegurar que la geografía del municipio es factor fundamental para que se dé la sustracción de menores.
Su propuesta la justificó en el hecho de que en el municipio, niños y adolescentes son sustraídos, desaparecidos, extraviados, secuestrados o vendidos, muchas veces con fines de abuso o explotación sexual, o bien, para ser incorporados a actividades delincuenciales como lo es la trata de personas e incluso, el tráfico de órganos humanos.
Resaltó que La Piedad, por su ubicación geográfica, tiene enormes beneficios, pero también riesgos, ya que es puerta de entrada y de salida, punto de paso tradicional de la migración y la del Golfo. Además, la vecindad de Jalisco y Guanajuato es factor potencial de progreso, pero también ha sido para el atraco en perjuicio de piedadenses. Sin embargo, a tres meses de presentada la propuesta no ha sido aprobada aún por el Cabildo.
La imprecisa cantidad de desaparecidos
La cantidad de michoacanos desaparecidos no es posible precisarla. Cada organización tiene su propio conteo y cada día se conocen casos de michoacanos que tras salir a trabajar o de paseo a otros estados, desaparecen. Sólo los familiares de esas víctimas conocen el infierno de cada caso, desde lidiar con la burocracia, con la indiferencia y el dolor de enviar muestras de ADN para compararlas con los cadáveres localizados en fosas clandestinas.
Como las encontradas en San Fernando, Tamaulipas, donde cuerpos que tras ser exhumados e identificados, regresaron a su tierra en municipios como Sixto Verduzco, Angamacutiro, Tanhuato o en localidades guanajuatenses como Pénjamo y Abasolo, donde los familiares tenían mucho tiempo buscándolos.
En ese sentido, la Comisión Estatal de Derechos Humanos reveló una cifra de 275 casos hace al menos un año; mientras que la Comisión Nacional en la materia cuantifica 503 casos de desaparecidos, dando un total de 883, aunque no en todos los casos se ha presentado una denuncia y cada día las cifras cambian.
Cristina Paredes Lachino, miembro de la organización “Hasta encontrarlos”, informó que Michoacán enfrenta un alarmante incremento en el número de personas desaparecidas, jóvenes de entre quince y 33 años de edad. Los jóvenes tienen oficios de empleados, obreros, estudiantes y profesionistas, y son secuestrados por hombres armados y a bordo de camionetas, señala.
Los familiares dan cuenta de que tras la desaparición de un miembro de su familia son criminalizados y las propias autoridades les dicen que si desaparecieron a su familiar es porque es un delincuente o andaba en “algo”, "saliendo de la Procuraduría son seguidos por camionetas de la misma policía o por camionetas sin placas, con vidrios polarizados y los van hostigando hasta que llegan a su domicilio", señala Paredes.
Ante esto, recalcó que las líneas a seguir son la denuncia jurídica y pública con el objetivo de que la población se sensibilice ante este fenómeno tan grave, a pesar del hostigamiento, y coadyuven en la búsqueda.
La misma organización revela que de acuerdo a sus estadísticas y casos investigados, la desaparición de jóvenes maneja las hipótesis de la desaparición forzada por cuestiones políticas, por la sospecha de pertenencia a un grupo delincuencial contrario y por reclutamiento y entrenamiento para que trabajen con la delincuencia organizada.
Aseveró que “Hasta encontrarlos” trabaja desde el 2007, cuando su padre, defensor de derechos humanos, desapareció y de ahí, en el 2010 retoman casos de jóvenes sin ninguna afinidad política y que son desaparecidos.
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