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Voluntad política, la clave para encontrar a los desaparecidos
Martes 12 de septiembre de 2017, por
Desaparecidos
11 Sep 2017
Por:Santiago Martínez
El presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense
Luis Fondebrider explicó que las víctimas deben estar sentadas en la mesa en la que se tomen las decisiones. Agregó que Colombia tiene la capacidad técnica para buscar a todos los desaparecidos.
Luis Fondebrider, presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lleva más de 33 años buscando a personas desaparecidas por todo el mundo. Desde hace doce años son consultores del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y han trabajado en más de 50 países del mundo investigando. En entrevista con este diario, explicó cuáles serán los principales retos que tendrá Colombia a la hora de crear la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en razón del Conflicto. Su recomendación principal: las víctimas deben estar en el centro de la mesa en la que se tomen las decisiones.
Actualmente, Fondebrider es el perito de las familias de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa (México), trabaja en la identificación de inmigrantes que mueren en el paso fronterizo con Estados Unidos y trabaja en 15 proyectos alrededor del mundo, especialmente en Centroamérica, África y Medio Oriente. Además, desde hace 23 años ha estado vinculado con Colombia, pues no solo fue observador en el caso del Palacio de Justicia y en la recuperación de los cuerpos de los 11 diputados del Valle, sino que actualmente capacita a personal de Medicina Legal, la Fiscalía y la Policía.
¿Cómo ve el compromiso de Colombia de crear la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas en el Conflicto?
El principal componente en estos procesos es la voluntad política, y Colombia lo está mostrando. La capacidad científica la tienen, porque el Instituto de Medicina Legal es uno de los mejores del mundo. El problema no es científico, sino coordinar las actividades. Además, es fundamental que los familiares de las víctimas y las organizaciones estén sentados en la mesa donde se toman las decisiones.
¿Por qué es importante que las víctimas sean el centro de la Unidad de Búsqueda?
Primero porque tienen el derecho al ser los principales interesados. Y segundo, porque es la única manera en que se le da credibilidad y transparencia al proceso. Muchas veces se piensa que las víctimas son solo víctimas, y en realidad tienen muchas ideas para aportar por conocer los lugares y las regiones donde sucedieron los hechos. Los lugares del mundo donen mejor ha funcionado este proceso es donde las víctimas están sentadas en la mesa donde se toman las decisiones.
¿Qué rol jugarían las víctimas?
Articularían. Los familiares de víctimas pueden ser los puentes con las comunidades de origen, ser el mecanismo de transparencia, ayudar a convocar otros familiares para establecer nexos con los investigadores. Tienen un rol fundamental. Si algo se ha logrado en Latinoamérica en términos de verdad, justicia y reparación ha sido gracias a la lucha de familiares de personas desaparecidas.
¿Cuáles son los componentes más importantes a la hora de crear la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas?
Primero hay que tener un plan de trabajo claro y un diagnóstico. También, es fundamental que la gente que mató y enterró de información fidedigna sobre el lugar de las sepulturas. Por otra parte, es importante que los familiares afectados puedan aportar más información, lo que se llaman datos ante mortem, que no solo es información genética sino datos característicos sobre sus seres queridos. Y es muy importante la coordinación de todas las entidades responsables. El gran desafío es lograr articular el trabajo de la Unidad de Búsqueda y la Comisión de la Verdad con lo que venía haciendo la Fiscalía para evitar duplicar esfuerzos.
Un problema en Colombia es que no hay una base de datos única y oficial sobre personas desaparecidas. ¿Podría ser esto un problema?
Las bases de datos siempre son complicadas y ningún país tiene una en la que esté toda la información sobre personas desaparecidas. Eso no se hace de un día para otro. Pero Colombia tiene las condiciones para lograrlo, porque tiene una de las mejores bases de datos del mundo que es el Sirdec (Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres). Esto toma tiempo y en cuatro o cinco años no se va a solucionar. Los tiempos de búsqueda duran décadas y eso lo tienen que entender los políticos y la sociedad.
La Unidad de Búsqueda, por el momento, tendrá 20 años de existencia, que son prorrogables. ¿Es un error limitar su funcionamiento?
Sea cual sea el nombre, tiene que existir un mecanismo permanente de búsqueda, que sea una política de Estado hasta que no haya un familiar que reclame su ser querido. El Estado no puede decirle: “Se acabó la búsqueda”. La Unidad es una excelente iniciativa, pero esto va más allá de mecanismos creados en momentos de paz y tiene que existir una política para siempre, para darles respuesta a las familias.
¿No es una labor imposible encontrar a más de 60.000 desaparecidos?
En España en el año 2000, porque un familiar decidió buscar a su abuelo después de 40 años de la guerra civil y la dictadura franquista, se exhumaron cerca de 5.000 cuerpos. Para los familiares nunca es tarde. En varias partes del mundo la gente nos dice que están esperando porque no quieren morir sin saber. Es un derecho que forma parte de cualquier sociedad.
¿Por qué es importante la búsqueda de personas desaparecidas para lograr la verdad?
La gente no está desaparecida, está viva o muerta. Saber qué pasó y que se haga justicia sobre quien cometió esos crímenes, son elementos fundamentales en cualquier transición hacia la no violencia, la paz y la reconciliación. Es fundamental que cada familia sepa qué pasó con sus seres queridos, para cerrar la herida. Que puedan mitigar un poco el dolor, tener paz y una tumba donde puedan visitar a su ser querido. La construcción de la paz se hace trabajando sobre el pasado.
¿Es necesario un enfoque de género?
Es fundamental todo lo que tiene que ver con enfoque de género y comunidades desplazadas. Cuando se desaparece una persona no solo es el hecho físico, sino que hay un hecho simbólico que afecta a su familia y a la comunidad. La visión no solo debe ser jurídica, también humanitaria.
Un reclamo histórico es conocer la verdad sobre lo que les sucedió a las mujeres antes de ser desaparecidas, como, por ejemplo, si fueron víctimas de violencia sexual…
En el caso de Argentina, hace dos años los tribunales que están juzgando a los victimarios incorporaron los delitos de violencia sexual como un delito especial. A veces es muy difícil de probar con los cuerpos. Pero hay más herramientas, como los testimonios. Creo que es fundamental que, más allá de la identificación, todos los casos se documenten adecuadamente.
¿Depende los testimonios de los perpetradores encontrar a los desaparecidos?
No. Esa es una información importante, pero no nos podemos quedar solo con eso. Hay que usar todos los mecanismos que brinda la tecnología, trabajar en los pueblos con la gente que sabe, se acuerda y conoce. Destaco nuevamente el rol fundamental de los familiares, de los grupos de derechos humanos y de las comunidades a las que pertenecen, porque son los que conocen los lugares. Creo que hay remover ese concepto de víctima que solamente recibe información y es pasiva.
Uno de los grandes problemas en Colombia para buscar desaparecidos es su geografía. ¿Cómo lograr, por ejemplo, encontrar a una persona en un río o en una montaña de difícil acceso?
La ciencia no es magia. Lo que se ve en televisión en CSI no sucede en la realidad. Hay que ser muy cuidadosos con las expectativas de los familiares. Va a ser muy difícil, no imposible, recuperar los cuerpos más allá de la tecnología que se use. Por eso hay que ser transparente sobre lo que puede lograr la ciencia. Es la forma de hacer un proceso creíble para las víctimas.
¿Qué rol va a jugar cooperación internacional?
Desconozco, pero los roles que debería cumplir es apoyar a que la unidad de búsqueda fije sus prioridades. Insisto en que la capacidad científica que tienen en Colombia es muy alta y no hace falta que nadie venga y les diga cómo se hace una exhumación o se identifique un cuerpo. Falta más gente obviamente. Creo que es importante que la cooperación internacional acompañe el proceso para que sea transparente, pero los colombianos deben fijar siempre las prioridades y necesidades.
Hay déficit en el número de profesionales en las ciencias forenses. ¿Cómo suplir esa necesidad del recurso humano?
La academia y las universidades tiene un rol fundamental que no están cumpliendo en ninguna parte del mundo. Es decir, algunas universidades que enseñan disciplinas relacionadas con el ámbito forenses, como la antropología, deben conectarse con las organizaciones del Estado y ofrecer programas de formación específicos enfocados en este tipo de actividades. Es enorme la complejidad de la tarea por las características de Colombia y hasta donde sé solo hay cerca de 60 antropólogos forenses en las unidades del Estado. La academia debe sentarse con las autoridades para fijar planes de capacitación de las jóvenes para incorporar más gente y tener un rol activo en los procesos.
¿Qué significado tiene la búsqueda de desaparecidos en los cementerios del país?
Los cementerios en muchas partes del mundo, como Colombia, suelen ser lugares complejos, con mucho valor simbólico, a los que la sociedad no les da la importancia que requieren. Eso hay que revertirlo con acuerdos políticos, donde las alcaldías preserven esos cementerios y se recupere lo que hay en ellos. Se debe establecer un plan de trabajo, porque ahí pueden estar muchas víctimas del conflicto. Es una tarea muy específica y posible de hacer. Ya se están adelantando varios procesos en Colombia, pero eso tomará años de trabajo.
Desde su experiencia, ¿cómo se debe trabajar con grupos originarios e indígenas?
Lo más importante es el diálogo, un diálogo horizontal, de respeto. Hay que escucharlos, ver en qué cosas se puede encontrar un consenso para trabajar en conjunto. Las cosas impuestas y creadas por decreto no funcionan. Se logran es respetando la voz de los otros y la diversidad cultural. En Colombia, lo que puede ser algo típico de Bogotá, en el Cauca es diferente.
¿Cómo evitar que a la hora de priorizar ciertas búsquedas no se afecte la esperanza de las demás víctimas?
Teniendo un plan de trabajo claro, con un presupuesto adecuado y estableciendo prioridades. No priorizar en el sentido que algunas víctimas son más importantes, porque todas tienen el mismo valor, más allá de quién sea la persona. Pero, seguramente hay casos más sencillos y otros que son de emergencia. Si hay una fosa que está por ser removida por el paso de un río, ese es un caso de emergencia. Primero hay que tener un diagnóstico de la situación porque hay mucha información acumulada. La unidad de búsqueda debe trabajar con tranquilidad y sin ninguna presión política.
¿Qué paso cree que falta por dar?
Colombia es líder en la búsqueda de desaparecidos, pero creo que es importante también analizar lo que ha sido Justicia y Paz. Ha sido una vorágine muy grande y me da la impresión de que no hubo mucho tiempo en estos 12 años para pensar cuáles han sido los resultados. Se ha exhumado mucho y se han recuperado demasiados cuerpos, pero seguro que hay que cambiar la estrategia, porque no se puede salir corriendo a exhumar una fosa. Hay que reflexionar sobre lo hecho y corregir para el futuro.
¿Cómo hacer esa reflexión?
Hay que incorporar en posiciones más altas a los científicos que día a día están en el terreno: antropólogos, médicos, odontólogos y genetistas. Valorar más su trabajo, porque muchas veces no están en la mesa en la que se toman las decisiones y ellos son los que saben lo que significa una operación en el campo.
¿Encontrar a un desaparecido es un derecho fundamental?
Es una obligación del Estado dar respuestas y tener la búsqueda de desaparecidos como una política. El Estado no les hace un favor a las víctimas. Es un derecho fundamental que ha sido consagrado en múltiples convenciones a nivel mundial.
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