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Colinas de Santa Fe: barbarie y resistencia en México
Lunes 19 de agosto de 2019, por
Rubén Martín
SinEmbargo
agosto 18, 2019
El 10 de mayo de 2016, las madres y familias agrupadas en el Colectivo Solecito, en Veracruz, se preparaban para realizar la marcha de la dignidad cuando de improvisto dos hombres bajaron de una camioneta y entregaron una hoja a una de las madres. Tan rápido como bajaron, los desconocidos volvieron a su vehículo y se marcharon.
Luego de la sorpresa, las integrantes del Colectivo Solecito miraron el papel. Era una copia de un mapa que se dibujó en una hoja de cuaderno. El mapa decía “muchos cuerpos” y tenía pintadas varias cruces. El mapa ubicaba un predio aledaño al Fraccionamiento Colinas de Santa Fe, en Veracruz.
Así lo contó Lucía Díaz Genao, vocera del Colectivo Solecito: “Entonces la prensa comenzó a referirse (al mapa) como el ‘regalo macabro’, ¿no?, porque fue el Día de las Madres. Pero nosotros lo vimos de otra manera. Bueno, sí, duele, pero lo vimos como: ‘vamos a revisar ahí’. De hecho ya teníamos bastantes notificaciones del lugar, teníamos declaraciones, teníamos rumores. Y con eso ya fue la puntilla para empezar a buscar ahí. Y el 8 de agosto (de 2016) empezamos”.
Lo que encontraron fue macabro: la fosa clandestina más grande de México y de toda América Latina. El Colectivo Solecito excavó en un predio de 10 hectáreas con cientos de fosas y, en ellas, 298 cuerpos y más de 22 mil restos óseos.
La fosa clandestina, o más apropiadamente el centro de exterminio de Colinas de Santa Fe, fue revisada durante tres años por el Colectivo Solecito. El pasado 8 de agosto llevaron a un padre que ofició una misa, en un acto ritual para declarar terminados los trabajos de búsqueda en este sitio.
Pero como han aprendido las madres del Colectivo Solecito y otras organizaciones de familiares que tienen desaparecidos: una tarea es buscar a sus hijos y sus cuerpos, y otra tarea igual de importante es identificarlos. Las dos son importantes y arduas, pero tortuosas porque los avances de las instituciones estatales son lentos, negligentes o nulos.
De los 298 cuerpos que las familias encontraron en Colinas de Santa Fe, apenas se ha identificado a 22 personas; quedan 276 cuerpos por identificar, al igual que los más de 22 mil restos óseos.
Lucía Díaz, vocera del Colectivo Solecito, dice que las familias han avanzado mucho por su cuenta haciendo búsqueda en campo: en fosas, en hospitales, cárceles, centros de rehabilitación, centros psiquiátricos, etcétera.
Pero una vez que encuentran cuerpos, hay un cuello de botella porque los sistemas forenses del país están en crisis, están rebasados por todos los cuerpos que va dejando regados la maquinaria de la guerra. Y el Estado mexicano no ha respondido a las exigencias de las familias.
Desde hace meses, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México exige al Gobierno mexicano que acepte un mecanismo extraordinario de identificación forense, lo que implica incluso la ayuda de otros estados para enfrentar la crisis nacional forense.
Pasan los meses y el nuevo Gobierno federal mantiene otro discurso y otro trato con las familias que tienen desaparecidos, pero en los hechos poco se avanza.
El Estado mexicano debe estar a la altura de las familias organizadas, como el Colectivo Solecito que encontró Colinas de Santa Fe, y dar respuesta a las exigencias de encontrar con vida a los desaparecidos, detener las desapariciones e identificar a los miles de restos que ahora colman las morgues del país.
Colinas de Santa Fe es un espejo de la barbarie que impera en México. Muestra la cara más horrenda de la guerra que la triada del poder (Estado-capital-criminales) ha desatado contra la mayoría de la sociedad. La sola existencia de una fosa clandestina de estas dimensiones, la posibilidad de que exista un centro de exterminio donde se desapareció y asesinó a cientos de personas, un centro de exterminio donde durante muchos meses operaron sin ser descubiertos o detenidos grupos criminales, solo puede explicarse con la complicidad del Estado y sus fuerzas de seguridad.
Pero que Colinas de Santa Fe haya sido descubierta y excavada por las madres y familiares de los desaparecidos, es a la vez del espejo de la resistencia y la dignidad que está enfrentando la guerra en México. La madres y familias que tienen desaparecidos, que se organizan, lidian con su dolor, y aún en ese horror y dolor resisten para seguir buscando a sus hijos en alianza y solidaridad con otras madres y otras familias son la mejor expresión de un sujeto político que está plantando cara a quienes matan y desaparecen.
Tenemos qué solidarizarnos con esas madres y esas organizaciones, no para ayudarlas, sino para ayudarnos a que ellas-ellos nos indiquen cómo y por donde podemos enfrentar la guerra, pararla y detener a quienes nos hacen esta guerra. Colinas de Santa Fe es el espejo de la barbarie y de la resistencia organizada que hoy existe en México.
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