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Madres en marcha

El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la ONU lo acaba de dejar bien claro en su reporte presentado en Ginebra el 5 de marzo pasado: el número de quejas recibidas en la CNDH por desapariciones forzadas pasó de cuatro en 2006 a 77 en 2010. Ese mismo año se denunció la desaparición de 346 personas. Señala también que las organizaciones civiles estiman que más de 3 mil personas han sido desaparecidas en el país desde 2006. (Este informe será presentado el próximo lunes 7 de mayo en la ciudad de Chihuahua por representantes del propio grupo de trabajo de la ONU y de la sociedad civil en el salón 12 de Octubre del Palacio Municipal, a las 17.30 hs.)

Domingo 6 de mayo de 2012

Madres en marcha.
Por: Víctor M. Quintana S. | 05 de Mayo del 2012 | 00:29 hrs
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De Chihuahua al Distrito Federal han salido marchas, caravanas, cabalgatas, tractoradas en los últimos años. Millar y medio de kilómetros recorridos en los más diversos medios y por un puñado de causas justas. Han marchado mujeres, campesinos, productores agropecuarios, derechohumanistas, víctimas. Y no es porque a la concentración del poder allá, en el ombligo de la República, haya que responder con una concentración de la movilización. Si de la frontera, si del Norte lejano se marcha hacia el Centro es para sacudir la columna vertebral de la nación. Es para realizar no un “éxodo”, sino un “inxodo”, un camino hacia adentro, al corazón del país, al espíritu colectivo del mismo. Porque cada kilómetro de camino recorrido, porque cada pueblo y ciudad visitada es un espacio para llamar a las conciencias, para construir solidaridades.
No hace siquiera medio año que hombres y mujeres del campo chihuahuense realizaron la “Caravana del hambre!” para demandar atención a la sequía histórica por la que todos atravesamos y a la situación de hambre que padece la Sierra Tarahumara. Fueron recogiendo gente y gritos de todos los estados de la Mesa del Norte y del Altiplano Central hasta llegar a las mismas rejas de Bucareli. En mesas y reuniones de trabajo han hecho explícitas sus airadas demandas de apoyos urgentes para la región más afectada por el cambio climático. Fueron escuchados, pero nunca satisfechos. Tanto así que algunos ven ahora más posible que caiga alguna llovizna a que lleguen las ayudas gubernamentales para esta requemada región.
Ahora, a contrapelo de las celebraciones melosas o comerciales del Día de las Madres, se está organizando la Marcha de la Dignidad Nacional, “Madres buscando a sus hijos e hijas y demandando justicia”. Parte simultáneamente de Coahuila, Nuevo León y Chihuahua el día 8. ¿Por qué precisamente de estas entidades norteñas? Porque son las que al fragor de esta guerra que la gente, que las madres ni declararon ni aceptaron, que han desaparecido cientos de personas, de hijos, de hijas, nombradas, recordadas, añoradas, por cientos de madres. Muchachas que fueron raptadas, muchachos que desaparecieron mientras viajaban por carretera; que fueron detenidos por las policías y el Ejército y nunca se les volvió a ver. Que salieron al trabajo y a divertirse y no se supo más de ellas.
También hay madres de Centroamérica, aquellas que vieron un día partir a su hija, a su hijo con un atado de ropa e ilusiones para irse a trabajar a los Estados Unidos. Y desde entonces no saben de ellas o de ellos. Y como temen hayan sido reclutados a fuerza por los grupos criminales, o entregados a ellos por los “polleros”, o asesinados para ser despojados de lo poco que llevaban, han hecho ellas la peregrinación que realizaron los suyos. Más dolorosa todavía, por ser extranjeras, la peregrinación de las dependencias hostiles, de las extorsiones, de las amenazas.
En medio de este tiempo de elecciones, más lleno de triunfalismos y promesas, ellas y ellos quieren gritarle a la nación que las desapariciones forzadas o involuntarias son un gran dolor para miles de familias y una gran mancha para este país y sus gobiernos. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la ONU lo acaba de dejar bien claro en su reporte presentado en Ginebra el 5 de marzo pasado: el número de quejas recibidas en la CNDH por desapariciones forzadas pasó de cuatro en 2006 a 77 en 2010. Ese mismo año se denunció la desaparición de 346 personas. Señala también que las organizaciones civiles estiman que más de 3 mil personas han sido desaparecidas en el país desde 2006. (Este informe será presentado el próximo lunes 7 de mayo en la ciudad de Chihuahua por representantes del propio grupo de trabajo de la ONU y de la sociedad civil en el salón 12 de Octubre del Palacio Municipal, a las 17.30 hs.)
Esta nueva marcha del dolor, llegará a la ciudad de México el día de las madres, para dejar bien claro en este país que no sólo hay madres festejadas, con regalos de los anunciados en la tele, con comida en restaurantes, para que descansen un día de los 365 que trabajan. Que hay madres dolientes, con el dolor sin fin de no saber si el hijo o la hija desapareció y que creen sentirla, verla, escucharla, muchas veces cada día en la figura, en la voz, en el caminar de alguien, en el sonar de un teléfono, en el tocar a una puerta.
Las demandas que esta nueva marcha presentará al Estado mexicano y a la opinión pública son categóricas: 1. Búsqueda inmediata de todas las personas desaparecidas, 2. Conformación de una base de datos nacional, 3. Atención estructural de la PGR a todos los casos de desapariciones, 4. Creación de una Fiscalía Especial para Personas Desaparecidas, 5. Creación e implementación de protocolos de investigación para personas desaparecidas, 6. Implementación de un Programa Federal de Atención Integral a las familias de personas desaparecidas; 7. Aceptar las recomendaciones del Grupo de Trabajo para desapariciones forzadas e involuntarias de la ONU.
Va desde acá otra marcha al Distrito Federal. No es una marcha más, de hecho no hay “una marcha más”. Todas tienen su carga específica de dolor, de indignación, de exigencia. Esta Marcha de las Madres Buscando a sus Hijos e Hijas y Demandando Justicia, viene a destacar a las madres que más sufren, a las que tanto sufren que no pueden completar su duelo, pero también a las madres que se ponen de pie, a las madres que marchan. Marchemos con ellas, al menos con el espíritu.


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