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El papel de las familiares de las víctimas de la violencia del Estado
Intervención del Comité Hasta Encontrarlos en la Jornada: Mujer y protesta social. (En el marco del día internacional de la Mujer)
Miércoles 7 de marzo de 2012, por
Intervención del Comité Hasta Encontrarlos en la Jornada: Mujer y protesta social. (En el marco del día internacional de la Mujer)
5, 6 y 7 de marzo del 2012 en la Universidad Nacional Autónoma de México.
El papel de las familiares de las víctimas de la violencia del Estado
Por la verdad y la justicia
En las diversas luchas, en los diferentes procesos de la historia que hemos vivido como pueblo tanto en nuestro país, como en todo el mundo, el papel de las mujeres ha sido fundamental.
El hecho de que estemos hoy aquí, conmemorando a través de estas jornadas los 102 años de la conmemoración del día internacional de la mujer, es gracias precisamente a la lucha de las mujeres; de esas esposas, madres, amas de casa, mujeres trabajadoras, que se organizaron y alzaron su voz y sus luchas en contra de un sistema de exclusión y desigualdad que las mantenía discriminadas y oprimidas.
El recordar esta fecha, nos permite hacer memoria y comprender cuál ha sido el papel de las mujeres en la lucha por la liberación de sus pueblos y en la defensa de los derechos Humanos. Como hecho importante y para aunar a la memoria es importante señalar que el 8 de marzo fue un día que se estableció para reconocer la lucha de las mujeres por su derecho a la participación en la vida política, social, y económica, sin opresión .
Existe una diversidad de interpretaciones sobre cuál fue el origen de esta conmemoración del día internacional de la mujer, sin embargo, lo cierto es que cualquiera que haya sido su origen este tiene sus antecedentes en la lucha de las mujeres con ideales de igualdad, libertad y transformación.
Actualmente como hace más de 100 años en los que las mujeres se organizaron para luchar por lo que creían justo y necesario, hoy la lucha de las mujeres sigue siendo fundamental en la demanda de verdad y justicia.
Las familiares en búsqueda de la verdad y la justicia
María, Rosa, Bertha, Jana, Cristina, Socorro, Margarita, Judith, Tita, Nadin pueden parecer al escucharlos simplemente nombres de mujeres, nombres que se van y disuelven al nombrarlos, nombres que se pierden y desdibujan si no se toma en cuenta y no se ve lo que hay de tras de cada una de ellas y lo que cada una representa.
Todos estos nombres y muchos otros más, tienen algo en común, todas son mujeres y todas ellas han sufrido la violencia del Estado, a todas ellas les han arrancado de sus vidas a un familiar. Son Mujeres, familiares que han sufrido la desaparición forzada de un ser querido.
María, no sabía de las atrocidades que un estado podía cometer en contra del pueblo, Rosa vivía feliz a lado de su esposo, procurando a sus hijos, Bertha no sabía y no se imaginaba si quiera que todo lo que ha visto y vivido podría pasarle algún día…. Hoy todas estas y muchas otras mujeres que se encontraban viviendo una vida tranquila, con los problemas normales y cotidianos que toda familia padece; de un día para el otro se enfrentaron ante un mundo completamente desconocido, un mundo rodeado de angustia y desesperación, llanto, tristeza y dolor, por el hecho de haber perdido a un ser querido, de no saber en dónde está, y cómo está, porque fue detenido desaparecido, fue desaparecido forzadamente.
De un día para otro, sus vidas se transformaron por completo, inmóviles ante el dolor y el miedo de no saber qué hacer, pasaron días sin poder si quiera comprender lo que estaba pasando y cómo reaccionar ante tal hecho. Sin embargo, el amor y la esperanza de encontrarlos y exigir verdad y justicia ha sido más fuerte, que ha permitido que todas ellas venzan sus miedos, y hagan del dolor fortaleza y lucha, para buscar a lado de otra mujeres a sus desaparecidos.
El peregrinar tortuoso de cada una de nosotras ha sido similar, cada una por su lado sufrió y padeció de las mentiras, la estigmatización, el rechazo, las amenazas de las autoridades, para que dejáramos de buscar a nuestros desaparecidos, y en este peregrinar unas a otras nos fuimos encontrando en el camino, nos fuimos apoyando, y organizando para seguir luchando y encontrar a los hijos, esposos, hermanos, y nuestros padres que han sido desaparecidos forzadamente por el Estado.
Hoy, María, Bertha, y todas esas mujeres que luchamos por encontrar a nuestros desaparecidos hemos comprendido que la organización, la solidaridad y la lucha por la presentación con vida de nuestros seres queridos, es una forma de vida, es una lucha que enfrentamos todos los días y que nos mantiene de pie. Las marchas, los foros, plantones, talleres de capacitación y muchas actividades más, forman parte de las acciones que desarrollamos en esta búsqueda. Al organizarnos en colectivo nos dotamos de diversas herramientas para fortalecer nuestra lucha, nos convertimos en sujetos activos, solidarios que se apoyan unos a otros en la exigencia de su derecho a la verdad y la justicia.
Como familiares de víctimas que han sufrido la desaparición forzada, nos hemos organizado en el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos “Hasta Encontrarlos” en el cual desde hace cuatro años trabajamos en la exigencia de la presentación con vida de todos los detenidos desaparecidos del país y en el acompañamiento a otros familiares, defendiendo y promoviendo los derechos humanos, primordialmente el derecho a no ser detenido
desaparecido.
La violación sistemática de los derechos humanos en nuestro país bajo este contexto de supuesta guerra contra el narcotráfico, nos lleva a reflexionar sobre el papel que debemos desempeñar todos nosotros, en la exigencia y respeto a nuestros derechos. La violencia desatada por el estado tiene una intencionalidad clara de causar terror, miedo y parálisis en la sociedad para que esta no se organice y se manifieste, lo cual ha permeado en diversos sectores de la sociedad que aún permanece inmóvil ante esta situación, sin embargo, por otro lado, los diferentes esfuerzos que se están construyendo desde las organizaciones de familiares de víctimas, organizaciones sociales y de derechos humanos son una posibilidad para hacer frente a esta violencia de estado.
Nuestra lucha por la exigencia de presentación con vida de todos los detenidos desaparecidos en el país, al igual que todas las luchas en demanda y respeto de los derechos humanos del pueblo son justas y necesarias. Y como familiares exigimos el derecho que tenemos a conocer la verdad; las causas, motivos y circunstancias en que sucedieron las desapariciones forzadas de nuestros familiares, así como también el derecho a saber sobre su paradero y exigir el juicio y castigo a los responsables.
Todas por la justicia
En nuestro país como bien sabemos La práctica de las desapariciones forzadas ha sido una práctica, sistemática y continúa. A principios de los 70s debido al incremento de las desapariciones forzadas y encarcelamiento de cientos de luchadores sociales se inicia la ardua lucha de los familiares por la libertad de los presos políticos y la presentación con vida de los desaparecidos. Así desde este periodo en nuestro país se encontraran las luchas incansables de las familias por exigir justicia al Estado Mexicano.
En ese periodo el Comité Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, encabezado principalmente por madres, se convertiría en una gran fuerza que será la piedra angular del movimiento en defensa de los derechos humanos.
Esa lucha encabezada por mujeres y posteriormente la lucha emprendida por otros familiares en AFADEM – FEDEFAM, permitieron alzar la voz y exigir justicia por todos los delitos cometidos por el Estado, así como también rescatar la memoria de los hechos, y no permitir que estos quedaran en el olvido.
Hoy lamentablemente, la práctica de las desapariciones forzadas se ha recrudecido, se ha instaurado como una práctica sistemática y generalizada que se acrecienta cada vez más en este contexto de supuesto combate al narcotráfico.
Hoy como en aquellos años, los familiares de los desaparecidos del presente que integramos el comité “Hasta Encontrarlos” conformado por mujeres, madres, esposas, hijas, y hermanas de desaparecidos, se unen a esa lucha incansable que por años han encabezado los familiares por encontrar a sus desaparecidos. Nuestra lucha hoy es la misma que iniciaron los movimientos de las madres de los desaparecidos en los años 70s, lo cual es muestra visible de la continuidad de estas prácticas que buscan borrar (con las desapariciones) la lucha de miles de luchadores sociales, e instaurar un estado de terror e inmovilidad.
Hoy las mujeres que integramos este comité junto con organizaciones solidarias y hermanas que nos han apoyado en la lucha por la presentación con vida de nuestros desaparecidos, luchamos también contra el olvido y la impunidad. Luchamos por la verdad y la justicia, para que estos delitos sean difundidos y conocidos por la sociedad entera, y esta se una al rechazo de estos crímenes, pues una sociedad que no conoce y que olvida, es una sociedad que está marcada para permitir y tolerar que delitos como este se sigan cometiendo.
Ante esta situación nos preguntamos, qué nos queda, paralizarnos ante tales violaciones sistemáticas y seguir permitiendo que nuestros derechos sean violentados?,
Sabemos que no, la respuesta la conocemos, la respuesta está en organizarnos, en hacer de cada lucha una demanda generalizada que haga frente a la impunidad y permita lograr la justicia que tanto deseamos, la justicia para las víctimas, la justicia para el pueblo, al cual le han sido violentados sus derechos más fundamentales.
La justicia al igual que la verdad, son un derecho humano, y todos los ciudadanos tenemos el deber y la obligación de exigirla. Así como el Estado tiene el deber de procesar a los responsables de la comisión de delitos; y más aun cuando se trata de violaciones graves a los derechos humanos y estos constituyen crímenes de lesa humanidad.
Exigir nuestro derecho a la justicia implica, exigir investigaciones serias, independientes e imparciales, que conduzcan al esclarecimiento de lo ocurrido, al enjuiciamiento de los responsables materiales e intelectuales, y a su sanción efectiva y proporcional a la gravedad de los crímenes cometidos.
El derecho a la justicia implica que el Estado:
• Ofrezca a las víctimas un recurso judicial y efectivo, lo cual obliga a dar a conocer por todos los medios, información sobre la existencia de esos recursos y la manera de acceder a los mismos.
• Investigue, juzgue y sancione a los responsables materiales, intelectuales, facilitadores y beneficiarios de los crímenes.
• Adopte medidas para garantizar la integridad de las víctimas, familiares, representantes, testigos, operadores judiciales.
• Facilitar asistencia apropiada a las víctimas que tratan de acceder a la justicia.
• Respetar en todos los juicios las reglas del debido proceso.
• Imponer penas adecuadas y proporcionales a la gravedad de los crímenes.
También es derecho de las víctimas, asistir a instancias internacionales para demandar justicia cuando se hayan agotado los procedimientos internos.
Todas estas exigencias debemos hacerlas ante el gobierno, aun y cuando sabemos que es muy difícil lograr una verdadera justicia, debemos conocer cuáles son nuestros derechos para así, promoverlos y exigirlos.
La Justicia en nuestro país solo podrá lograrse en la medida en que seamos consecuentes en nuestras luchas, en la medida en que seamos capaces también de organizarnos y exigir un alto a la impunidad, y en el momento en que exijamos el respeto a nuestros derechos más fundamentales.
La justicia es obligación del Estado, pero sabemos que para alcanzarla, se tiene que exigir, y para ello es necesario luchar lo más organizadamente posible.
Violencia Directa e Indirecta contra la mujer
En el contexto actual de violaciones sistemáticas a los derechos humanos cometidas por el gobierno Mexicano y en la que tanto hombres y mujeres nos enfrentamos ante una política represiva, es necesario hacer una reflexión sobre como la violencia desatada por el Estado ha permeado profundamente en la vida social, afectando tanto a hombres como mujeres.
Por ello, en esta ocasión quiero referirme más que a una violencia especifica en contra de la mujer, a una violencia de Estado, pues la violencia no sólo está dirigida hacia las mujeres por una cuestión de género simplemente, si no sobre todo, esta violencia tiene un carácter estructural, una violencia que se construye y se legitima desde el Estado y sus instituciones.
La violencia de Estado en palabras de Carlos Montemayor, se refiere a “todo un entramado de complejos mecanismos como la impunidad en la procuración e impartición de la justicia, la legislación que criminaliza a activistas sociales y la negación de la pobreza”. Es decir, la violencia de estado no solo tiene que ver con los mecanismos de represión directa que puede ejercer un estado sobre sus disidentes, sino también con una violencia institucionalizada; desde la cual se limita el acceso a los derechos más fundamentales de la población; el analfabetismo, la carencia de servicios de salud, el desempleo, la falta de vivienda, y la desnutrición, son formas de violencia legal, institucionalizada, mantenidas y desarrolladas desde el Estado.
Las violaciones sistemáticas a los derechos humanos forman parte de esa violencia institucionalizada, violencia que es ejercida desde las instituciones y que permiten la continuidad de las violaciones, perpetuando la impunidad al negar el derecho a tener acceso a mecanismos efectivos de procuración justicia y de exigencia de nuestros derechos.
Esta violencia institucional o Estructural es llamada también violencia indirecta, porque no se manifiesta de manera clara, porque es una violencia invisible que forma parte de la estructura social y que impide cubrir las necesidades básicas, como la generada por la desigualdad social, pero que no es entendida por la población como una forma de violencia.
Así entendiendo a que se refiere la violencia Indirecta, la violencia Directa es más clara, pues esta se refiere la violencia manifestada mediante una agresión física o psicológica: un asesinato, un puñetazo o patada, una tortura, una agresión verbal o insulto, y otras formas de maltrato físico o psicológico. Violencia que vemos manifestada mediante diversos mecanismos; desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, tortura, etc, que se viven todos los días en contra del pueblo en general en este contexto de supuesta guerra contra el narco.
La violencia que se vive en el país, por tanto, no obedece ni se debe exclusivamente a un clima de descomposición social, o una situación que simplemente se salió de control y que el Estado no puede controlar. Sino esta violencia obedece a una política de control y poder sobre la población para desarrollar sus políticas económicas.
En este contexto de militarización y paramilitarización que ha traído consigo la violación sistemática de los derechos humanos, es innegable el rol que desempeñan las mujeres en la organización de la resistencia frente al autoritarismo y en defensa de los derechos humanos. Sin embargo, este hecho ha sido pretextado por el gobierno mexicano para criminalizar las diferentes luchas de las familiares en la exigencia de verdad y justicia. Desatando toda una serie de amenazas e intimidaciones en contra de defensoras y luchadoras sociales que en muchos casos han sido agredidas físicamente y asesinadas, para acallar sus luchas.
La lista de agresiones que tanto mujeres y hombres han sufrido en el país suman miles, y estas forman parte de la violencia directa que el Estado pone en práctica para desmovilizar y paralizar los diferentes esfuerzos de organización y lucha. (Ejemplos, la familia de Josefina Reyes Salazar, Digna Ochoa, agresiones e intimidaciones a la mujeres que luchan por la presentación con vida de los desaparecidos, etc.)
En este afán de justificar la violencia como resultado simplemente de un rompimiento del tejido social, el Estado a través del discurso institucional trata incluso de responsabilizar a las mujeres, principalmente, de la falta de educación en el núcleo familiar, argumentando pérdida de valores, y resquebrajamiento de las estructuras familiares, debido a que según el Estado, las madres, no han cumplido con su papel de educar adecuadamente a sus hijos y por ello estos se convierten en delincuentes, con lo cual se trata de traspasar toda la responsabilidad a un aspecto familiar y social, y con ello deslindarse de responsabilidades.
El Estado, mediante su discurso ha tratado de normalizar los procesos de violencia que viene desarrollando en el país, aparentando mediante una guerra absurda, que está acabando con los malos y delincuentes, disfraza y altera información sobre los asesinados, desaparecidos y encarcelados, haciendo creer que los más de 50, mil muertos que ha dejado esta guerra tienen que ver con la delincuencia y que lo más de 3,000 desaparecidos no son desapariciones forzadas sino “levantones” cometidos por grupos de la delincuencia, porque en algo andaban por eso se los llevaron. Esta versión se ha ido configurando en algunos sectores de la sociedad, quienes apoyan la idea de que esta guerra es legítima, sin embargo, lo cierto es que esta guerra está llevando a otro sector también a dimensionar la verdadera estrategia del Estado y a luchar por el cese a esta guerra contra el pueblo, que solo ha traído el recrudecimiento de la violencia y la violación sistemática de nuestros derechos humanos.
Ante esta situación, es importante que los esfuerzos que como familiares y organizaciones desarrollemos se realicen de manera organizada para así desenmascarar esta violencia de Estado y lograr el cese a esta guerra contra el pueblo.